
—¿Cómo está formada la molécula del agua? —interroga la maestra.
—Por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno —responden los niños a coro.
—Por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno —responden los niños a coro.
Después viene la explicación sobre la importancia del líquido para la existencia: economía, salud, higiene, producción alimentaria… Al final de la clase, docente y alumnos comparten una certeza: vivimos gracias al agua, debemos cuidarla.
Cuando esta premisa queda en el olvido, surgen esfuerzos como el Ecofilm Festival, “convocatoria anual para la creación de cortometrajes sobre los problemas medioambientales más significativos de nuestro tiempo, incluyendo su posterior difusión, con un objetivo: colocar mensajes que contribuyan a sensibilizar, informar e incorporar hábitos en la población que sean de beneficio al medio ambiente”.

No sólo la ausencia de agua causa problemas de sobrevivencia, también se sufre, se agoniza y se muere por el mal estado del líquido. Cuando esto se olvida, surgen documentales como H2nO, de Guinduri Arroyo, diez minutos de voces e imágenes contundentes, irrefutables, que reflejan la crisis acuática mundial en comunidades específicas. Sólo que acá, en lugar de los grandes discursos de las altísimas personalidades que —a nombre de instituciones, empresas o parlamentos— dan porcentajes, reparten culpas y renuevan promesas, hablan personajes que padecen el problema todos los días, sin intermediarios.
Este audiovisual muestra el pasado de muchos pueblos desaparecidos, el presente de infinidad de comunidades afectadas por el industrialismo ciego y el futuro de cientos de localidades que hoy ven con miedo pero sin herramientas de defensa la contaminación de sus ecosistemas. Es el espejo del tiempo para el trago de agua de la humanidad.

H2nO ganó el segundo lugar en el rubro Documental del Ecofilm Festival 2011, encabezado por la Fundación Hombre Naturaleza, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) y el Fondo Mundial por la Naturaleza (WWF), con el apoyo de Fundación Cinépolis y de Fundación Femsa, y dirigido a “profesionales del cine y de la publicidad, universitarios, fundaciones, organizaciones de la sociedad civil y público en general”.


De inicio, la dimensión del problema, en voz de Antonio Hernández:
—[El biólogo] nos dijo que el agua estaba de 300 a 400 por ciento de contaminación. Abrió unas tilapias y […] toda la parte de adentro de la tilapia ya deshaciéndose.

Lo que sigue es el recuento puntual de las consecuencias en los hogares, la alimentación, la economía, la salud.
Imagen tras imagen, la desolación. Cuadro por cuadro, los rostros de los acorralados por su tradición laboral, su arraigo a la comunidad y el desagüe de la industria. Frase tras frase, la desesperación y las ganas de dar pelea.
Porque también están las opiniones, las propuestas, los esfuerzos de quienes creen posible revertir el daño, mejorar el entorno, recuperar la riqueza natural. No es éste un canto a la tragedia, sino el enunciamiento de un problema y la recopilación de soluciones.


Sin alardes técnicos, con respeto a los protagonistas y plena conciencia de que lo importante es el hecho a narrar, Guinduri Arroyo sintetiza el conflicto mundial: ¿qué pérdidas sociales generan las ganancias industriales? Es importante verlo en las salas de cine, pero es más importante que se proyecte en las comunidades rurales, donde habitan los pares de las familias de El Salto, la naturaleza aún puede preservarse y, lo más importante, habrá identificación, reconocimiento y alarma inmediata.
H2nO es una decena de minutos contra el olvido, un argumento por la vida comunitaria y una muestra de que la crónica sigue siendo la mejor profecía.
Efrén Calleja Macedo
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